Cumpleaños ¿Feliz?

Ayer fue el cumple de Candylinda. Me la imagine disfrutando de su día: feliz por estar viajando, disfrutando el encuentro con sus hermanas, chocha por haber concretado un proyecto de tantos años. Una emoción tremenda.
Me dio una alegría enorme.. y un poco de pánico.

Inevitablemente me puse a pensar en mí. Yo y mi ego, un solo corazón.
Falta un mes para mi cumpleaños.


(Silencio. Largo silencio)


Me quiero morir.

Es así, no hay vuelta que darle.
Voy a pasar a tener... muchos años. No puedo ni verbalizarlo.
Casi, casi que me da fobia.
Es que asumir que uno ya paso un cuarto de siglo en este mundo no es moco de pavo. (y ahora, alguien que me explique a quien se le ocurrió que los mocos de los pavos son cuestiones serias e importantes!!!)
Pero los miles de años no son un verdadero problema.
Nananana. Eso es muy fácil de solucionar. Ya decidí que no le voy a confesar a nadie mi verdadera edad. Ni en pedo. A partir de ahora me mantengo en los 24 in eternum y al que no le gusta, se jode. ¿Desde cuando hay que ser tan realista? Cris Morena me enseño en mi infancia que si uno quiere, puede así que yo quiero tener 24 de acá en más y no hay nada que me lo impide.
El número de años no es lo complicado. Lo verderamente serio..es la balanza.
Aja. Eso si que es heavy metal.

Y no me refiero solo a los kilos, que bastante problemáticos son.
Así es. Son problemáticos. Llegué a la etapa en donde solo puedo usar un jean porque los otros no me cierran, en donde las calzas son mis mejores aliadas pero me hacen una figura horrible porque dejó los rollos afuera por el terror de morirme comprimida y donde las polleras hippies volvieron a aparecer en mi vida. Es durísimo.
Pero no me preocupa tanto por que decidí ocuparme en julio. Me queda una semana de disfrute y después se-acabó-lo-que-se-daba. Se cierra el pico y se sufre un poco porque, como dice Claudia Bono -que en paz descanse- "para ser bella hay que sufrir".
Por eso, la balanza de peso no es la que me parece un tema difícil.

Lo difícil de los cumpleaños es que uno inevitablemente tiene que hacer un balance. Repensar los pasos que ha dado. Analizar si esta donde le gustaría estar.
Es todo un desafío.
Da un poco de vértigo. Da bastante miedo.
Me doy cuenta que, en mi caso, más que una balanza suele ser un examen.
Evalúo donde estoy parada y hacia donde quiero ir. Y si voy bien considerando mi objetivo. Es un verdadero dolor de panza.
¿Se imaginan la angustia existencial que me ataca cuando me doy cuenta que los pasos que di no fueron suficientes o que no estoy donde pretendía? Me agarra la loca.
Las consecuencias pueden ser drásticas. Tan pero tan drásticas que quizás me agarra la loca y empiezo un blog.
Así fue el año pasado al menos. Nació para canalizar la angustia existencial.
¿Empezaré un blog por año ahora? ¿Cómo voy a hacer para escribir tantas horas? ¿Será tanta la necesidad de canalizar la angustia al examen que me volveré una ermitaña porque tanto tendré que escribir para llenar las páginas de mis miles de blogs?
¡Horror!
Si me paso el día escribiendo no hay dudas de que voy a quedarme soltera por culpa de asesinar mi vida social. No es un buen plan, para nada.
Vuelvo. El pensamiento arbóreo esta más poderoso que nunca y me olvido de que estaba hablando.
De cumplir años.
De que llegue el maldito 27 de julio y yo tenga que hacer el balance.
De que balance es sinónimo de examen.

y de que todos sabemos que odio reprobar exámenes. Me quiero morir.

Se acerca la fecha. Estén alertas. Las consecuencias de mi aniversario de vida pueden ser mortuorias.