EL DÍA ANTES DE CUMPLIR 24 AÑOS, ESTANDO SOLTERA Y DESEMPLEADA, DECIDÍ CAMBIAR MI TRADICIONAL SISTEMA DE CATARSIS. YA NO ERA SUFICIENTE LA PSICÓLOGA Y LOS FECAS CON AMIGAS. HABÍA QUE DAR UN PASO MÁS Y EL BLOG SE CONVIRTIÓ EN UN TRIUNFO: DESPUÉS DE MESES (AÑOS?!) DE ESTAR TENTADA, ME ANIMÉ A ENTRAR AL MUNDO. FUE ANIMARME A COMPARTIRLES A TODOS, A PARTIR DE ESTA VENTANA, UN POQUITO DE LA LOCURA DE MI SER. PORQUE, NO VAMOS A NEGARLO, SOY UNA LOCA TOTAL. LOCA LINDA IGUAL ¿EH?, DE LAS QUE DAN GANAS DE QUERER. PERO INDUDABLEMENTE NEURÓTICA.
EL ESPANTO DE SEGUIR CUMPLIENDO AÑOS SE POTENCIA POR LA FALTA DE PAREJA Y EL DESAFÍO DE CONVERTIRME EN UNA VERDADERA MUJER MODERNA: ESTUDIAR, PRODUCIR, TRABAJAR, SALIR, SATISFACER LA MIRADA DEL MUNDO, BRILLAR, DISFRUTAR, ADELGAZAR Y OTROS TANTOS MILES DE VERBOS QUE SE ACUMULAN EN LA LISTITA DE "DEBER SER" GUARDADA EN LA CARTERA.
HOY DECIDO LIBERAR UN POCO DEL CAOS DE MI SER A PARTIR DE LAS PALABRAS PARA VER SI, QUIZÁS ASÍ, DECRECEN LOS NIVELES DE HISTÉRIA Y NEURÓSIS

... Y SI NO FUNCIONA, AL MENOS NOS REÍMOS UN RATO!!!!!

miércoles, 29 de febrero de 2012

Duda existencial

No se si se acuerdan que yo tengo una regla extraordinaria que limita las salidas con cualquier candidato a el modico numero de 3.
Asi es, {en cualquier primer salida (con toooodoooos los hombres con los que sali) logro informar que yo tengo un blog y que no salgo más de tres veces con alguien. Es así y se acabo. Y no hay tutía. Y no nada.
Saaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaalvo que me gustes mucho y me vueles la cabeza y, como ya sabemos todos, eventualmente me rompas el corazón.

Ahora bien, paso a explicar el problema.
Si ya salí tres veces con un muchacho.
Y ya le dije mi regla.
Y ya la dije que no íbamos a volver a salir.
Y oooooooooooooobviamente, no me gusta mucho, no me vuela la cabeza y probablemente no me rompió el corazón. Y ya tengo clarisimo que no va a cambiar esta situación.

¡¡¡¡¿¿¿¿¿Vale salir una cuarta vez solo porque me propuso el maravilloso programa de ir el viernes a la popular de la cancha de river y después a comer unos choris!??!?!?!?!?
(Me siento una persona medio horrible si le digo que sí pero.. el programon de ir al monumental puede ser justificación suficiente?!?)

Bueno, Bonito y Barato

Tengo panico. 
A dos cuadras de mi nuevo hogar descubrí un local de feria americana. Pantalones a 20 pe, remeras a 10, sacos a 30. 
En casa la historia siempre fue que el que compraba mucho era mi Papá. Claramente es super generoso pero ademas debe haber existido algun mambo con la malcrianza: su manera de mimarnos fue siempre comprar muchos regalitos. Ojo, nada ostentoso...pero mucho. Exceso y a montones. Y todo de buenas marcas y buena calidad. Por otro lado estaba mi madre, cuya extrema austeridad se mezclaba con la culpa que le genera tener mucho y las ganas de equilibrar el exceso de mi viejo. Cero gastos. Cero despilfarro. Tal es asi que en un ataque de bronca consecuencia de algun "no" tajante, mi hermanita la miro con odio y le dijo: 
-"Sabes lo que sos vos mama...? Una compranada"-

Brillante la niña. Ja.


En fin, esa es la historia que gesto el monstruo que soy yo ahora.


Claricienta es una maquina de comprar... barato.
Síntesis perfecta entre mis papas.

Mucho pero casi gratis. 

La austeridad me representa porque nadie puede entender como es que logre toda mi vida llegar a fin de mes con medio sueldo ahorrado. O hasta con el 75% incluso. 
Pero lo llamativo es que soy tentada y hay ciertas cosas que me encanta consumir...pero siempre tobara.


Soy la que paso su vida acumulando cupones de descuento o de esos malditos 2x1 que te dejan siempre con la senacion de que te estan cagando con algo. En cualquier restorant, teatro o cine no dudo en preguntar con que tarjetas tengo descuento. No me acuerdo pero no me caben dudas que en algun momento de mi noviazgo use algun cupon en el telo. Mmmm..si. Seguro que use alguno de esos que te enchufan en el vidrio. En fin, la cosa es que termino usando ropa prestada (basicamente de mi hermana), ropa usada que heredo de alguna tia o amiga o sino, ropa comprada en alguna feria americana.


Lo terrible es que mi hermana no se cansa de decirme que lo barato sale caro y yo me niego a creerle. No importa que los dos pares de zapatos que me compre en febrero esten rotos (real. Posta), si no que me aferro a ese unico par de zandalitas que a costa de pegamento la gotita sobreviven hace mas de 6 anios o esa remera morley verde que esta impecable despues de 8 años pero,claro esta, me queda tan chica que solo puedo usarla de piyama. Malditas excepciones. En general la ropa me dura una temporada y por eso se gana la etiqueta de "descartable". 
Lo verdaderamente molesto es que por comprar tobara despues me paso meses escuchando musica con interferencia por que los auricularws que me vendio el senegales en retiro son una merda. O me paso el semestre comprando resaltadores porque los muy turros duran menos que yo sin llorar mientras miro "quedate a mi lado". 
La realidad es que, digan lo que digan... yo no puedo parar extrañar los "todo por 2 pesos" que fueron boom en los 90. 


lunes, 20 de febrero de 2012

Al borde del colapso...

Primer mandamiento: No sincronizarás tu ipod a una computadora cuando no tenes puta idea de que puede pasar.

Acabo de perder TODA mi música.
Ipod vacio en un 100%.


Me quiero morir muerta.
(not funny)

miércoles, 15 de febrero de 2012

Pasando niveles...

Era tan pero tan obvio que me aburre. 
Tan pero tan típico que siento que no merece ser relatado.
(pero claro esta, lo voy a relatar igual. Ja)

Voy tres días viviendo sola (con mi amiga) y ya paso de todo. De todo.  Aparecen obstáculos y complicaciones como resultado, nada más y nada menos que de estar lejos de la casita de mama y papá. Nada grave, of course. Pero la sensación es la de estar superando pruebas… una tras otra me sorprenden recordándome que no era taaaaan simple dejar lo conocido.
Es como estar jugando un jueguito de computadora. Y no digo onda los SIMS en donde -justamente- el juego era manejar a las personitas y armarles la vida. Ese juguito aplica sin dudas, y supongo que le debo parte de mis logros a haber gastado miles de horas de mi adolescencia instalada delante del monitor aprendiendo como se maneja una casa. Pero ahora me refiero a otro tipo. A el tipico video-game. Al mario, al prince, a esos en donde hay que superar pruebas y pasar de nivel. En el que si no tenes suficiente destreza..caput. Perdes las vidas y san se acabó.
Estoy en un jueguito. Estoy totalmente concentrada en pasar de nivel y evitar explotar porque no aprete la tecla que me tocaba.
Y, confieso, vengo bastante bastante bien. 
El domingo 12 de febrero llegué al departamento junto con mis viejos y mis hermanos. Me venían a ayudar con el último paso de la mudanza: llevar la ropa y un poco más de libros. Caí con 2 valijas y tres bolsos: sin dudas hay una señal imporante de la necesidad de hacer limpieza. Pero eso, quedara para la próxima. Por ahora me concentro en los hechos de esa primer noche.
Emoción, exitación, ansiedad. Yo estaba con una sonrisa de oreja a oreja. Mamá se ofreció a hacerme la cama con las sábanas que me había regalado en navidad.
Chan.
Primer tema. No entran. Así como leen. Las ridículas sabanas nuevas a punto de estrenarse no entraban porque mi cama nueva es de dos plazas y las muy guachas son para plaza y media.
Cómo soy sumamente “hacedora” me preocupe por resolver la situación de manera urgente: la llamé a mi amiga y le pedí sabanas pero ya estaba en camino y no traía un juego de más.  Y ahora? Estreno el colchon solo cual mochilera hippie viajando por hostels? No es muy glamoroso pero cero drama.
Nueva solución: dormimos juntas en la cama grande.  
Asi que, con el problema solucionado, me despedí de mi familia (Igual, no fue suficiente el “chau, chau, voy a estar bien, no necesito nada, chau de verdad, chau, nos vemos mañana porque voy a casa  a comer, chau” y mamá nos llamó otra vez a las once para decirnos buenas noches una vez más a mi roommate y a mi). Prueba superada.
Mientras esperaba a mi amiga decidí ir al super a comprar algo rico para nuestra primer comida. Todavía sin acostumbrarme a esto de vivir en un departamento, bajé los cuatro pisos y todavía sin acostumbrarme a moverme a pata, caminé los 4 cuadras que me separan del Coto. Y una vez ahí, me di cuenta que no tenía casi efectivo.
Bajón.
A ver, tenía unos regios 50 pe pero hoy en día la inflación es-un-ho-rror, diría una señora paqueta como la que me vendió la heladera amarilla. Me dieron ganas de putear a nuestra kerida Presidenta, al capitalismo, a los dólares, al sistema agroalimentario y a cuanta palabra asociara con la economía como culpable de los precios caros. Pero al final me putié solo a mi misma por ser tan claricienta y me resigne: el menú homenaje de nuestra primer comida en nuestra primera noche en nuestro primer departamento de solteras… fueron unos regios panchos.
6 Salchichas, una bolsita de mayonesa (osea, ni soñar con un pote como dios manda…), una pasta de dientes, un cepillo de pelo, una coca, unos halls para mis compañeritos de trabajo y… ya está. Para de contar. Esa fue mi primer compra.
Un lujo.
Volví caminando las cuatro cuadras y subí los cuatro pisos. Mi amiga ya estaba. Me puse la camiseta y decidí hacerme cargo de la cocina. Y, de pronto, como quien quiere la cosa, una nueva claricientada. Considerando que la psicoloca diagnostico mi incapacidad para la cocina, no era ningún misterio. (Así como leen: entre tanta mudanza encontré mi informe final de orientación vocacional en donde aclaran que tengo más porcentaje de capacidad para la físico química que para la gastronomía. Ya se.. no hace falta agregar nada más.  Si le sumamos a la discapacidad culinaria el gran componente de torpeza que me representa el resultado final es.. un dedo cortado. Así es. Señoras y Señores, me corté el dedo con un cuchillo preparando panchos.
(Aunque Ud. No lo crea…!)
El accidente fue totalmente dejado de lado cuando llegó el momento de disfrutar el manjar que yo había preparado. Después de un brindis y una linda charla nos alistamos para la cama… por que no había nada más que hacer.
No tengo tele conectada, no tengo internet, no tengo luz en mi mesita como para quedarme leyendo mientras mi amiga duerme. Nadaaaaaaa.
Era tempranísimo para mi rutina pero venía bien para descansar.
Nos metimos las dos en la cama…
Nos dijimos buenas noches…
Y nos quedamos mirando el techo las dos. Nervios en la panza.

“Che, cómo que hay mucha luz , no?” me dijo.
Y sí, claro. Mucha. Porque el departamento todavía no tiene cortinas así el gran-gran-gran ventanal de mi cuarto nos había convertido en una atracción en exhibición. Posta, es como estar en una pecera. Posta.
Y me podría haber sentido un pez perfectamente si no hubiera sido por el simple detalle de que me molestaba MUCHO una canilla que goteaba. Aja. Aguita maldita. No había forma de arreglar. Las dos en silencio, mirando el techo, y una gotita maldita que no para de hacer ruido. Tic-tic-tic-tic.
Terrible.
Tuve que pararme a jugar a mc giver: terminé enredando una bombacha cual parche alrededor de la maldita canilla que goteaba. Listo. Chau ruido. Puedo volver  a la cama.
Me volví a acostar. Las dos otra vez en silencio. Nervios. Primera noche. Silencio.
…hasta que escuchamos ruidos.
Venían del living. Nervios. Era obvio que era el viento porque estaban todas las ventanas abiertas pero.. uno no puede evitar querer asegurarse que es el viento.
Ah, claro. Me faltó aclarar que en mi dulce hogar no hay aire. La pecera es más bien un vivero que genera efecto invernadero porque el sol entra por los mega ventanales de vidrio y no hay forma de enfriarlo. Esa noche tampoco había ventilador porque nos había faltado llevarlo. Así que ahí estábamos un poco ahogadas del calor y con todas las ventanas abiertas de par en par. Nos paramos al mismo tiempo y nos fuimos a controlar que efectivamente no hubiera nadie. Cuando constatamos que la casa estaba en orden, respiramos tranquilas.
Me volví a acostar. Las dos otra vez en silencio. Nervios. Primera noche. Silencio.
…hasta que se escuchó el tren.
Ah… sí. Otro detalle. Me faltó aclarar que mi departamento esta ubicado en la calle que bordea la vía. Pero esta vez rompimos en carcajadas y nos dedicamos finalmente a dejar de dar vueltas y dormirnos.
Eran cerca de las doce. Y ahí estábamos durmiendo en nuestra nueva casa.
Prueba superada.

El lunes a las 4.30 am me desperté. Una tremenda boluda. Di vueltas en la cama un rato y a las 5 am cuando el sol había inundado mi cuarto-vidriera-pecera-vivero, decidí salir de la cama.
Me instalé en el living con la compu… y me puse a hacer el inventario del departamento. Este tipo de situaciones son las que a profesionalidad de los distintos terapeutas que me han tratado hasta ahora. ¿A nadie le parece obvio que deberían sacarle la matricula a todo aquel que me analizó y no detectó el nivel de locura que me caracteriza? Horror. A mis 25 años estar instalada a las 5 am haciendo un inventario es una escena que me da un poco de miedo. Sobre todo, cuando la inventaria soy yo. Stress me diagnosticó una amiga. Nervios, dijo mi mamá. Básicamente eufemismos para no hacer tan dura la descripción de mi personalidad psicótica. Pero bue, es lo que hay chicos, habrá que aceptarlo porque no queda otra.

Ese primer día terminó relativamente normal. Mi mamá me confirmó que el temita mudanza le estaba costando mandándome un mensajito de buenos días. Trabajé mucho, me fui al practico y disfrute de una linda comida en mi casa. Comida de despedida. Prueba superada. Sin dudas.

El segundo día de mudada venía relativamente normal: ya tenía sabanas y no hubo despertadas en plena madrugada. Ok. No hay que cantar victoria antes de tiempo. Resulta que a las tres de la tarde se me ocurrió pasar a buscar efectivo (así es… una vez más confirmo que no tengo incorporada la despedida de la tarjeta de crédito de papucho y los dramas de la inflación me están rompiendo los quinotos). Noté que la puerta del lavadero estaba cerrada y, quién sabe porqué, se me ocurrió abrirla.
Not funny. El cuartito de 1x1 que hace de lavadero estaba totalmente inundado porque mi termotanque estaba lloviendo. Así como leen: yo no podía identificar que merda pasaba pero veía que el termotanque chorreaba agua por todos lados.
Panic attack. ¡¡¡Segundo día de departamento y yo ya quería cerrar la puerta y volver a la casa de mamá!!!!
Respiré. Controlate Claricienta.
Saqué el lavarropas y la plancha. Busque un trapo y un balde. Y sequé todo lo mejor posible mientras llamaba a mi papá para que me rescate. Me dio ciertos datos y finalmente 2hs después había logrado solucionar la situación a costa de probar estrategias varias como abrir todas las canillas del departamento (incluida la ducha), apagar todas las tomas de electricidad, desenchufar el termotanque y finalmente, cargar crédito en el celular y llamar a la constructora para que se ocupen. Obvio, en esos momentos te quedas sin crédito.
Y, mucho más obvio, la única estrategia que funcionó fue la de llamar a alguien que sabe.  A mi departamento llegó German, un multiuso maravilloso, que en dos minutos arreglo la canilla que hacia tic-tic.tic, arregló la ventana que no cerraba y arregló el termotanque.
Prueba superada.  
Sin dudas el clishé de la soltera inútil me representa en toda su expresión. La tipa tiene 25 años y es genial para hacer inventarios que no sirven para nada pero ojo con pretender evitar una inundación o hacer panchos. Eso, claramente es otro nivel.
En cualquier momento, me convierto en experta.

Año nuevo: etapa nueva!


Tengo que disculparme públicamente por este lapso de desaparición. 
Supongo que la catarata de posts que están por aparecer serán  justificación suficiente para que se entienda mi abandono. Horrible abandono, sin dudas. 
Pero juro que tiene fundamento, de verdad.
Pasó de todo durante este mes.
El 2011 se terminó con una decisión: la de volverme adulta.
Llegó el 2012 y con el cambio de número, apareció el combo de nuevos pasos en mi vida. De cambios y de madurez. 
Así es: Señoras y Señores, este año me hago adulta.
Chan.
Suena terriblemente intenso, ¿no es cierto?

Es la que hay. Ya esta decidido.

Y sí… No quedaba otra. 
Y necesité hacer cierto duelo para poder elaborarlo. Me llevó un tiempito, pero ya estoy lista para hablar de este mes que pasó.
Lista para hablar de mi mudanza. Wow, no es cierto?
En síntesis: entre diciembre y enero se dieron las idas y las vueltas necesarias para concretar lo que sería mi primera mudanza después de 25 años de vida. Hasta este momento la máxima expresión de cambio había sido ir pasando de cuarto en cuarto a medida que la casa de mis papas se agrandaba. O cuanto mucho el armado de una mochila que me iba a acompañar 1 mes durante mis amados viajes.
Este paso era muy fuerte. Dejar de hablar de “mi casa” para pasar a “mi departamento” y “la casa de mis viejos” es.. cuanto menos, intenso.
Y para combatir tanta intensidad decidí ir mudándome de a poco. Esto significa básicamente que aproveché todo enero para digerir esto de dejar el nido.  (Sabiendo que durante enero el psicoloco se toma vacaciones, era necesario muuuuuucho tiempo para semejante digestión)
En fin, la cosa es que todo empezó con la decisión tomada las primeras semanas de diciembre.
“Me mudo”. Nada más y nada menos. Salió el nombramiento en el poder judicial y eso significaba empezar a cobrar. Cobrar un sueldo era sinónimo de autonomía. No había nada más que me frenara. Chan. Me mudo.

Y... me mudo con alguien.
¡¿Un marido?! Ja. Creo que en algún rincón mi mamá seguía guardando la esperanza de que cruzara la puerta de mi casa con un anillo en el dedo. No way.  Ni a kilómetros. Resulta que aunque tengo un departamento a estrenar no soy suficientemente buena candidata y no conseguí a mi príncipe azul todavía. Me mudo con amiga. En realidad, desde que tengo doce años lo tengo decidido pero evidentemente me había dispersado un poco y el plan se me había olvidado. Pero lo recordé de repente. Así, como quien quiere la cosa, coordiné con un feca de por medio que me mudaba con mi amiga la psicóloga. Mi  gran amiga. La mejor compañera durante todos los años de colegio. Mi madrina de confirmación. Mi intima. Sin duda, no existe mejor escenario.
Ella estaba en la misma que yo. Las mismas ganas que yo de dar el salto a la madurez. Tuvimos una primer charla en donde nació la idea y una segunda en donde la concretamos. Nada más y nada menos y, como quién quiere la cosa, de pronto tengo una roommate.
Genial.
Vamos a compartir gastos y de esa manera, me alcanza para vivir.

Una decisión lleva a otra y casi sin darme cuenta estaba dando el primer paso de esta mudanza: me encontré a mi misma comprando una heladera.  Heladera usada que me llegó de oferta via mail. La vendía una señora paqueta amiga de mi mamá así que no me pareció inseguro ni mucho menos. Le pedí las medidas, le pregunté al arquitecto si me entraba y en cuanto llegó la confirmación del profesional, llamé a recoleta a confirmarle a Mini que le compraba la heladera vieja. La primer semana de enero fui a buscarla.
Fue amor a primera vista: Heladera cuadrada, amarilla, vieja. DI-VI-NA. La amé. El problema es que, una vez más en mi vida cíclica, mi historia de amor duro poco. Poquisimo. Así de triste como leen. Conseguí que mis dos primos del alma me ayudaran a buscarla en recoleta, cargarla en el auto, transportarla por toda la capital federal hasta mi barrio, la subieran hasta mi departamento y…. no pudieran ubicarla en donde se suponía que iba. Tenía un rinconcito especialmente diseñado para ella. Un lugar planeado y todo.. pero no. No se pudo. Un bajón. No me dí por vencida y un par de semanas después arranque los zócalos, la puerta de la mesada que está ubicada justo enfrente y, posta, hice un conjuro mágico pero nada fue suficiente. No entraba. La heladera amarilla-cuadrada-vieja quedaba ubicada en el medio del living-cocina. Y bueh. La vida es así. Con malos cálculos y cambios en el decorado. No es grave.

Lo grave no fue eso.

Ahh no. Tener una heladera instalada en el medio del living es una boludez si uno lo compara con el hecho de terminar de subir la heladera y luchar con la pobre durante casi 20 minutos a oscuras (en ese momento no había conexión eléctrica) a las diez de la noche. Todo para terminar bajando frustrados porque no entraba. Éramos mis dos primos, mi papá que se había sumado al equipo y yo. Y los cuatro llegamos al palier y ¿a que no saben qué? Nos enteramos que estábamos encerrados. Resulta que la constructora había cambiado la cerradura de entrada y no habían hecho copias para todos. Solo la tenían los que vivían en el edificio. Esto es: una única familia que había decidido justo justo justo salir a comer y cerrar sin percatarse que nosotros estábamos ahí. Terrible. El nivel de cansancio y malhumor generalizado llevó a convertir el percance en un verdadero drama ridículo. Por suerte fue relativamente corto y cerca de las 11.30 llego un vecino con la llave y pudimos salir. Solo entonces el drama se convirtió en carcajada y pudimos llorar de risa mientras reconstruimos la escena que incluyo un cerrajero móvil –que resultó un gordo, morocho, antipatico que llegó en un auto con la mujer, los 5 hijos, el primo y dos amigos más o menos-, un llamado a mi amiga Lucy que vive cerca para que nos trajera pizza y cerveza e intentara pasarla por unas ventanitas chiquitas; un llamado a él sin-nombre porque algo en mi memoria me decía que el vecino que nos había dejado encerrados era su amigo… En fin: ridículo sin duda alguna.
Y la mudanza recién empezaba.

El siguiente paso fue lograr la luz. Para eso hice señales de ayuda y mi amigo el ingeniero llegó al rescate. Un bomboncito rubio de ojos celestes que se bancó 40 grados de calor en mi departamento sin aire para poder conectarme 9 porta-lamparitas de obra color negro. Es así lámparas todavía no tenemos porque no alcanza el presupuesto asi que, por ahora, nos arreglamos con este provisorio. Ese mismo día mientras el luchaba con cables yo hacía catarsis con una lija y trataba de alisar una pared que se convertiría en un pizarrón. Aja. Tengo un pizarrón en mi cocina y creo que me enamore de eso también.

El tercer paso fue en la última semana de enero. Había que llevar los muebles. Mi amiga y yo estamos sin un peso y el plan es abaratar todo lo que se pueda. Además de costoso emocionalmente, esto de dejar el nido implica un esfuerzo de bolsillo que no es nada fácil. Ubicamos un flete recontra barato para trasladar los miles de muebles que nos prestaban de distintas casas. Mis tios, mis viejos, los viejos de mi amiga. Todos se solidarizan con la causa, gracias a Dios. El detalle es que si uno contrata un flete ultra-barato, por algo será. No se olviden nunca de esa premisa. Cincuenta minutos más tarde de lo pautado llegó una camioneta F100 más oxidada que tornillo en un vaso de Coca Cola durante 6 meses. De verdad, daba miedo que se destruyera en el camino. El conductor venía solo: ni un amiguito tenía para darle una mano. Alejandro era un señor en sus cuarenta que pretendía una mudanza de “cosas chiquitas” que fuera mas o menos rápida porque contaba solo con 2hs para hacer todo. Terrible desilusión se llevó el pobre hombre cuando descubrió que la mudanza implicaba trasladar 2 colchones con sus respectivos sommiers, una heladera por otra, una biblioteca, una lámpara, una mesa, un tacho de basura, una tele y un sillón. Ja. Chiquitas? Naaaa.. enormes. Y la cara del pobre Alejandro se transformó cuando entendió que el periplo implicaba 4 casas distintas. Y finalmente, el pobre hombre se transfiguró como si hubiera visto a Casper cuando se enteró que no había ningún otro hombre para ayudar. Éramos nosotras dos, una prima mía de 16 años y él. Nada más y nada menos. El calor de enero terminó de condimentar lo que terminó siendo una receta para el recuerdo. Agotados dimos por terminada la jornada a las 7 de la tarde: ya estaba casi todo listo.

            Finalmente quedaron los detalles que se ajustaron durante febrero. Contratar a alguien para que venga a limpiar, comprarme una cama grande para mi cuarto, mudar los libros, mudar la ropa, colgar los espejos, colgar el reloj, llevar mesitas… de a poco cual hormiguitas viajeras fuimos armando nuestro mega-super-hogar. Es que, sinceramente, es alucinante. Soy totalmente objetiva, lo prometo.
El viernes 10 de febrero el departamento estaba impecable. Lo único que faltaba era llevar la ropa de cada una.
            

El domingo 12/02/2012 a las 18hs llegué a mi departamento junto con mis papás, mis hermanos y mis valijas. Ya estaba todo. Me mudé.
El lunes me desperté con una frase perfecta para mi pizarrón de la cocina:
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”

Inagure mi nueva etapa.
Inaguré mi adultez.


Miedo. Ya estoy caminando.

(Soy la mujer más feliz del mundo)