EL DÍA ANTES DE CUMPLIR 24 AÑOS, ESTANDO SOLTERA Y DESEMPLEADA, DECIDÍ CAMBIAR MI TRADICIONAL SISTEMA DE CATARSIS. YA NO ERA SUFICIENTE LA PSICÓLOGA Y LOS FECAS CON AMIGAS. HABÍA QUE DAR UN PASO MÁS Y EL BLOG SE CONVIRTIÓ EN UN TRIUNFO: DESPUÉS DE MESES (AÑOS?!) DE ESTAR TENTADA, ME ANIMÉ A ENTRAR AL MUNDO. FUE ANIMARME A COMPARTIRLES A TODOS, A PARTIR DE ESTA VENTANA, UN POQUITO DE LA LOCURA DE MI SER. PORQUE, NO VAMOS A NEGARLO, SOY UNA LOCA TOTAL. LOCA LINDA IGUAL ¿EH?, DE LAS QUE DAN GANAS DE QUERER. PERO INDUDABLEMENTE NEURÓTICA.
EL ESPANTO DE SEGUIR CUMPLIENDO AÑOS SE POTENCIA POR LA FALTA DE PAREJA Y EL DESAFÍO DE CONVERTIRME EN UNA VERDADERA MUJER MODERNA: ESTUDIAR, PRODUCIR, TRABAJAR, SALIR, SATISFACER LA MIRADA DEL MUNDO, BRILLAR, DISFRUTAR, ADELGAZAR Y OTROS TANTOS MILES DE VERBOS QUE SE ACUMULAN EN LA LISTITA DE "DEBER SER" GUARDADA EN LA CARTERA.
HOY DECIDO LIBERAR UN POCO DEL CAOS DE MI SER A PARTIR DE LAS PALABRAS PARA VER SI, QUIZÁS ASÍ, DECRECEN LOS NIVELES DE HISTÉRIA Y NEURÓSIS

... Y SI NO FUNCIONA, AL MENOS NOS REÍMOS UN RATO!!!!!

miércoles, 15 de febrero de 2012

Año nuevo: etapa nueva!


Tengo que disculparme públicamente por este lapso de desaparición. 
Supongo que la catarata de posts que están por aparecer serán  justificación suficiente para que se entienda mi abandono. Horrible abandono, sin dudas. 
Pero juro que tiene fundamento, de verdad.
Pasó de todo durante este mes.
El 2011 se terminó con una decisión: la de volverme adulta.
Llegó el 2012 y con el cambio de número, apareció el combo de nuevos pasos en mi vida. De cambios y de madurez. 
Así es: Señoras y Señores, este año me hago adulta.
Chan.
Suena terriblemente intenso, ¿no es cierto?

Es la que hay. Ya esta decidido.

Y sí… No quedaba otra. 
Y necesité hacer cierto duelo para poder elaborarlo. Me llevó un tiempito, pero ya estoy lista para hablar de este mes que pasó.
Lista para hablar de mi mudanza. Wow, no es cierto?
En síntesis: entre diciembre y enero se dieron las idas y las vueltas necesarias para concretar lo que sería mi primera mudanza después de 25 años de vida. Hasta este momento la máxima expresión de cambio había sido ir pasando de cuarto en cuarto a medida que la casa de mis papas se agrandaba. O cuanto mucho el armado de una mochila que me iba a acompañar 1 mes durante mis amados viajes.
Este paso era muy fuerte. Dejar de hablar de “mi casa” para pasar a “mi departamento” y “la casa de mis viejos” es.. cuanto menos, intenso.
Y para combatir tanta intensidad decidí ir mudándome de a poco. Esto significa básicamente que aproveché todo enero para digerir esto de dejar el nido.  (Sabiendo que durante enero el psicoloco se toma vacaciones, era necesario muuuuuucho tiempo para semejante digestión)
En fin, la cosa es que todo empezó con la decisión tomada las primeras semanas de diciembre.
“Me mudo”. Nada más y nada menos. Salió el nombramiento en el poder judicial y eso significaba empezar a cobrar. Cobrar un sueldo era sinónimo de autonomía. No había nada más que me frenara. Chan. Me mudo.

Y... me mudo con alguien.
¡¿Un marido?! Ja. Creo que en algún rincón mi mamá seguía guardando la esperanza de que cruzara la puerta de mi casa con un anillo en el dedo. No way.  Ni a kilómetros. Resulta que aunque tengo un departamento a estrenar no soy suficientemente buena candidata y no conseguí a mi príncipe azul todavía. Me mudo con amiga. En realidad, desde que tengo doce años lo tengo decidido pero evidentemente me había dispersado un poco y el plan se me había olvidado. Pero lo recordé de repente. Así, como quien quiere la cosa, coordiné con un feca de por medio que me mudaba con mi amiga la psicóloga. Mi  gran amiga. La mejor compañera durante todos los años de colegio. Mi madrina de confirmación. Mi intima. Sin duda, no existe mejor escenario.
Ella estaba en la misma que yo. Las mismas ganas que yo de dar el salto a la madurez. Tuvimos una primer charla en donde nació la idea y una segunda en donde la concretamos. Nada más y nada menos y, como quién quiere la cosa, de pronto tengo una roommate.
Genial.
Vamos a compartir gastos y de esa manera, me alcanza para vivir.

Una decisión lleva a otra y casi sin darme cuenta estaba dando el primer paso de esta mudanza: me encontré a mi misma comprando una heladera.  Heladera usada que me llegó de oferta via mail. La vendía una señora paqueta amiga de mi mamá así que no me pareció inseguro ni mucho menos. Le pedí las medidas, le pregunté al arquitecto si me entraba y en cuanto llegó la confirmación del profesional, llamé a recoleta a confirmarle a Mini que le compraba la heladera vieja. La primer semana de enero fui a buscarla.
Fue amor a primera vista: Heladera cuadrada, amarilla, vieja. DI-VI-NA. La amé. El problema es que, una vez más en mi vida cíclica, mi historia de amor duro poco. Poquisimo. Así de triste como leen. Conseguí que mis dos primos del alma me ayudaran a buscarla en recoleta, cargarla en el auto, transportarla por toda la capital federal hasta mi barrio, la subieran hasta mi departamento y…. no pudieran ubicarla en donde se suponía que iba. Tenía un rinconcito especialmente diseñado para ella. Un lugar planeado y todo.. pero no. No se pudo. Un bajón. No me dí por vencida y un par de semanas después arranque los zócalos, la puerta de la mesada que está ubicada justo enfrente y, posta, hice un conjuro mágico pero nada fue suficiente. No entraba. La heladera amarilla-cuadrada-vieja quedaba ubicada en el medio del living-cocina. Y bueh. La vida es así. Con malos cálculos y cambios en el decorado. No es grave.

Lo grave no fue eso.

Ahh no. Tener una heladera instalada en el medio del living es una boludez si uno lo compara con el hecho de terminar de subir la heladera y luchar con la pobre durante casi 20 minutos a oscuras (en ese momento no había conexión eléctrica) a las diez de la noche. Todo para terminar bajando frustrados porque no entraba. Éramos mis dos primos, mi papá que se había sumado al equipo y yo. Y los cuatro llegamos al palier y ¿a que no saben qué? Nos enteramos que estábamos encerrados. Resulta que la constructora había cambiado la cerradura de entrada y no habían hecho copias para todos. Solo la tenían los que vivían en el edificio. Esto es: una única familia que había decidido justo justo justo salir a comer y cerrar sin percatarse que nosotros estábamos ahí. Terrible. El nivel de cansancio y malhumor generalizado llevó a convertir el percance en un verdadero drama ridículo. Por suerte fue relativamente corto y cerca de las 11.30 llego un vecino con la llave y pudimos salir. Solo entonces el drama se convirtió en carcajada y pudimos llorar de risa mientras reconstruimos la escena que incluyo un cerrajero móvil –que resultó un gordo, morocho, antipatico que llegó en un auto con la mujer, los 5 hijos, el primo y dos amigos más o menos-, un llamado a mi amiga Lucy que vive cerca para que nos trajera pizza y cerveza e intentara pasarla por unas ventanitas chiquitas; un llamado a él sin-nombre porque algo en mi memoria me decía que el vecino que nos había dejado encerrados era su amigo… En fin: ridículo sin duda alguna.
Y la mudanza recién empezaba.

El siguiente paso fue lograr la luz. Para eso hice señales de ayuda y mi amigo el ingeniero llegó al rescate. Un bomboncito rubio de ojos celestes que se bancó 40 grados de calor en mi departamento sin aire para poder conectarme 9 porta-lamparitas de obra color negro. Es así lámparas todavía no tenemos porque no alcanza el presupuesto asi que, por ahora, nos arreglamos con este provisorio. Ese mismo día mientras el luchaba con cables yo hacía catarsis con una lija y trataba de alisar una pared que se convertiría en un pizarrón. Aja. Tengo un pizarrón en mi cocina y creo que me enamore de eso también.

El tercer paso fue en la última semana de enero. Había que llevar los muebles. Mi amiga y yo estamos sin un peso y el plan es abaratar todo lo que se pueda. Además de costoso emocionalmente, esto de dejar el nido implica un esfuerzo de bolsillo que no es nada fácil. Ubicamos un flete recontra barato para trasladar los miles de muebles que nos prestaban de distintas casas. Mis tios, mis viejos, los viejos de mi amiga. Todos se solidarizan con la causa, gracias a Dios. El detalle es que si uno contrata un flete ultra-barato, por algo será. No se olviden nunca de esa premisa. Cincuenta minutos más tarde de lo pautado llegó una camioneta F100 más oxidada que tornillo en un vaso de Coca Cola durante 6 meses. De verdad, daba miedo que se destruyera en el camino. El conductor venía solo: ni un amiguito tenía para darle una mano. Alejandro era un señor en sus cuarenta que pretendía una mudanza de “cosas chiquitas” que fuera mas o menos rápida porque contaba solo con 2hs para hacer todo. Terrible desilusión se llevó el pobre hombre cuando descubrió que la mudanza implicaba trasladar 2 colchones con sus respectivos sommiers, una heladera por otra, una biblioteca, una lámpara, una mesa, un tacho de basura, una tele y un sillón. Ja. Chiquitas? Naaaa.. enormes. Y la cara del pobre Alejandro se transformó cuando entendió que el periplo implicaba 4 casas distintas. Y finalmente, el pobre hombre se transfiguró como si hubiera visto a Casper cuando se enteró que no había ningún otro hombre para ayudar. Éramos nosotras dos, una prima mía de 16 años y él. Nada más y nada menos. El calor de enero terminó de condimentar lo que terminó siendo una receta para el recuerdo. Agotados dimos por terminada la jornada a las 7 de la tarde: ya estaba casi todo listo.

            Finalmente quedaron los detalles que se ajustaron durante febrero. Contratar a alguien para que venga a limpiar, comprarme una cama grande para mi cuarto, mudar los libros, mudar la ropa, colgar los espejos, colgar el reloj, llevar mesitas… de a poco cual hormiguitas viajeras fuimos armando nuestro mega-super-hogar. Es que, sinceramente, es alucinante. Soy totalmente objetiva, lo prometo.
El viernes 10 de febrero el departamento estaba impecable. Lo único que faltaba era llevar la ropa de cada una.
            

El domingo 12/02/2012 a las 18hs llegué a mi departamento junto con mis papás, mis hermanos y mis valijas. Ya estaba todo. Me mudé.
El lunes me desperté con una frase perfecta para mi pizarrón de la cocina:
“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”

Inagure mi nueva etapa.
Inaguré mi adultez.


Miedo. Ya estoy caminando.

(Soy la mujer más feliz del mundo)


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