EL DÍA ANTES DE CUMPLIR 24 AÑOS, ESTANDO SOLTERA Y DESEMPLEADA, DECIDÍ CAMBIAR MI TRADICIONAL SISTEMA DE CATARSIS. YA NO ERA SUFICIENTE LA PSICÓLOGA Y LOS FECAS CON AMIGAS. HABÍA QUE DAR UN PASO MÁS Y EL BLOG SE CONVIRTIÓ EN UN TRIUNFO: DESPUÉS DE MESES (AÑOS?!) DE ESTAR TENTADA, ME ANIMÉ A ENTRAR AL MUNDO. FUE ANIMARME A COMPARTIRLES A TODOS, A PARTIR DE ESTA VENTANA, UN POQUITO DE LA LOCURA DE MI SER. PORQUE, NO VAMOS A NEGARLO, SOY UNA LOCA TOTAL. LOCA LINDA IGUAL ¿EH?, DE LAS QUE DAN GANAS DE QUERER. PERO INDUDABLEMENTE NEURÓTICA.
EL ESPANTO DE SEGUIR CUMPLIENDO AÑOS SE POTENCIA POR LA FALTA DE PAREJA Y EL DESAFÍO DE CONVERTIRME EN UNA VERDADERA MUJER MODERNA: ESTUDIAR, PRODUCIR, TRABAJAR, SALIR, SATISFACER LA MIRADA DEL MUNDO, BRILLAR, DISFRUTAR, ADELGAZAR Y OTROS TANTOS MILES DE VERBOS QUE SE ACUMULAN EN LA LISTITA DE "DEBER SER" GUARDADA EN LA CARTERA.
HOY DECIDO LIBERAR UN POCO DEL CAOS DE MI SER A PARTIR DE LAS PALABRAS PARA VER SI, QUIZÁS ASÍ, DECRECEN LOS NIVELES DE HISTÉRIA Y NEURÓSIS

... Y SI NO FUNCIONA, AL MENOS NOS REÍMOS UN RATO!!!!!

sábado, 5 de marzo de 2011

Claricienta

Una de las primeras veces que mi ex novio fue a casa yo tenía 16 años. Entró, conoció a mi familia y después salíamos a comer él y yo. Antes de despedirse mi mamá le aclaró que me tenía que volver temprano: "Mañana hay colegio así que la traes temprano; mira que a las doce se convierte en zapallito". Más allá del detalle minúsculo de que mi madre confundió la calabaza naranja original con un zapallito verde y que el paralelismo no estuvo muy prolijo porque en realidad la carroza era el zapallo y la pobre cenicienta seguía siendo ella misma después de las doce (pero únicamente un poco más pobre y con harapos) mi mamá estaba anunciando sin saberlo lo que después se convirtió en mi sobrenombre.
Hace mucho tengo ganas de instalarme a escribir sobre mi apodo. Mi alias. Mi pseudónimo.

Estoy convencida que las palabras tienen mucho poder (tanto, tanto, tanto que pueden influir en lo que sentimos y lo que pensamos) y ese mismo señorío es el que tienen los nombres. Estoy segura de que, aunque no sepamos cómo, influyen en quien somos. Hay algunos donde pareciera que las implicancias son más evidentes (Victoria, Soledad, Clara, Dolores, Segundo) pero no me refiero únicamente a esa conexión lineal (te llamas Paz entonces sos serena y pacífica.. es demasiado básico creer eso). Hay un dominio de las palabras que no logramos visualizar completamente, no se si es evidente, no se si es claro. Pero esta. Es y punto. ¿Porqué tus papas eligieron ese nombre para vos?, ¿quienes tienen ese nombre en la historia de su familia?, ¿que le genera a los que te rodean esa palabra que para vos es tu nombre?. Hay mucho para considerar...Con los sobrenombres entra a jugar otra variante mucho más interesante: a veces surgen en función de factores externos concretos y visibles (léase, Bebi porque sos la bebe de la casa; Enana porque sos petisa; Negra porque sos morocha; Marimar porque sos odiosa y grasa!!) pero otras tienen que ver con la personalidad. Esos son los que me interesan hoy. En ese grupo está el mío.

Me encanta mi sobrenombre. Me encanta ser Claricienta.

Esta semana un compañero del trabajo me preguntó porque coño me decían así y eso abrió la puerta a un análisis mental des-co-mu-nal. Aunque en general no me sale, mágicamente ese día logré hacer una síntesis y le dije que era un chiste interno que había sido la creación de un amigo y que después se extendió al resto de mis amigas que se lo apropiaron.
De hecho surgió donde suelen nacer las grandes cosas: en un viaje con amigos. Ya les hable del roquero y sus pástelas así que no hace falta que vuelva a hacer el raconto de todo lo que fue ese viaje. Simplemente los ubico en tiempo y espacio: México 2010, playa, alcohol y una comunidad que estaba naciendo. Y ahí nació Claricienta.

Cenicienta era una de las princesas de Disney que menos me llamaba la atención. De hecho, la película no está entre mis preferidas y no es que tengo la historia super presente. Todos los niños del planeta conocen el cuento, las madrastras del mundo cargan con la etiqueta de ser brujas horribles y el mundo sigue haciendo nuevas versiones de la historia pero a mí nunca me había conmovido. Sin embargo, cada vez que pienso en la cantidad de implicancias que tiene la historia en la mente femenina me impacto. En mi propia personalidad aparecen rasgos de cenicienta desde que tengo uso de razón.

Primero que todo estoy convencida que hay un temita con mi capacidad de habla. ¿Se acuerdan de cenicienta? Hablaba con ratones, pájaros y animales varios. Supongo que mi talento para hacer que las piedras charlen conmigo hace que tenga un poco de cenicienta en las venas. No hay forma de que yo este silenciada: si no hay humanos cerca me conformare con cualquier otra cosa pero ¡charlar voy a charlar siempre!!

Segundo, la gran similitud tiene que ver con la perdida. Porque no solo son zapatos lo que pierdo. Así como escuchan. Pierdo TODO. En mi etapa escolar eran tantos los buzos, sweaters o camperas que yo iba abandonando por pasillos y recovecos que la directora encontraba mi ropa y sin decir palabra abría la puerta de la clase y me los dejaba retándome con la mirada. Cada tanto mi mamá harta de tener que reponer el abrigo me llevaba de los pelos al cajón de la ropa perdida y me conseguía algún saco sin nombre que pasaba a ser usado por mi hasta que se perdía. (Razón por la cual me pasé años de mi vida con buzos cuya manga me llegaba al codo y camperas cuyo cierre no cerraba pero ¿que se le va a hacer? Claramente no estaba en posición de poder quejarme!). Perdía todo. Hasta zapatillas o zapatos porque si iba vestida de uniforme de camisa pero después del colegio yo tenía atletismo era demasiado pedir que me acordara de llevarme los zapatos otra vez a casa. Llegue a perder la mochila en el tren. Libros, fotocopias, plata, aparatos odontológicos. Todo. La billetera fue perdida más de una vez y el celular me duraba máximo 6 meses. De hecho, deje celulares en Brasil y en España como si pretendiera dejar las miguitas de Hansel y Gretel y alguien me encuentre alguna vez... Parece gracioso pero les juro que no. Fui creciendo y la cosa se complicó porque pasé a perder la cartera. Era ultra común salir del cine, llegar a casa y darme cuenta que no podía abrir la puerta de casa porque no era que no tenía llaves sino que me faltaba directamente la cartera. Era un espanto. Muchas veces la recuperaba después de un momento de estrés monumental pero a veces no. Eso significaba cancelar tarjetas, hacer todos los documentos otra vez y perder fortunas. Un drama. De verdad era terrible mi angustia y mi mal humor. Para colmo de males había que soportar el reto de mis papas que hartos de escuchar que yo perdía todo estaban cada vez más convencidos de que su hija era tonta! Finalmente mi mamá me compró una cartera de las que te cruzas.. lo que se llama morral. Era roja, horrible y parecía comprada para una chiquita de 10 años. No pude quejarme y durante meses la soporte. La única consigna era que no me la podía sacar asi que mi novio soporto estoicamente que yo fuera a todos lados y nunca me descolgara la maldita cartera roja. Ya fuera ir a comer, al cine y creo que hasta en el telo, ahí estaba yo con mi carterita. Funcionó pero la situación bordeaba la locura asique terminó siendo causal de una consulta con la psicóloga. Mi mamá estaba convencida de que había gato encerrado en el temita de la perdida (¿porque perder lo tuyo, lo que es tu propiedad? ¿qué problema tenes con lo financiero, con los bienes que los perdes? ¿Quizás es un tema con la identidad y traspapelas los documentos por eso?!) No sé bien que fue pero al tiempo empecé psicóloga porque había cortado con mi ex y milagrosamente cada vez pierdo menos la cartera. Ahora simplemente me la roban pero esa es otra historia.

Tercero, lo principal, central, fundamental: el temita de los favores. Hace años tengo asumido que en el eneagrama soy un 2. Es extremadamente largo que me dedique a explicar que ese invento del eneagrama pero les resumo lo importante. Por mi personalidad quedo encuadrada en un tipo de personas cuya etiqueta es que SON AYUDADORES. Perciben rápidamente que es lo que el otro necesita y se ocupan de solucionar toda carencia ajena. O al menos, pretenden. Todo ese esfuerzo a cambio de ser queridos. No tiene nada que ver con ser buena y todo que ver con lograr el aplauso pero la conclusión es que me paso cumpliendo con el mundo y hago favores tan seguido como un ser humano parpadea. Entonces puedo ocuparme de batir café para todo el grupo, de levantar la mesa o de ayudarte a estudiar. Te llevo, te traigo, te saco, te pongo. De nuevo: nada que ver con bondad pero si no me conoces bien en una de esas te la crees. Este amigo mio, que adoro con locura, percibió esta manía compulsiva de ofrecer ayuda y dar mimos y me asoció con la pobre cenicienta que vestida en harapos fregaba el piso y terminaba gris de las cenizas de la chimenea. ¡¡Que linda la imagen!!! Pobre de mí, emano una cosa horrible si en vez de pensarme como una reina me vinculan con una pobre sirvienta. En fin.. soy ayudadora compulsiva. Igual que mi mamá. Chan.
Y entonces, cuando parece que está todo dicho.. aparece la sorpresa.
Cenicienta vive una ilusión. En un intento desesperado de solucionar su miseria se deja encantar por un hada madrina que le vende peras por manzanas y todos contentos con la ilusión. Se disfraza y disfruta de ese acting. Imagen, encanto, hechizo. Una escena montada que tiene poco de real. Ese montaje es lo que sirve para conquistar. Eso es lo que la lleva a los brazos de ese príncipe azul. Él queda encantado con esa princesa soñada y bailan felices mientras se enamoran. Peeeeeeroooo es todo una cuestión de tiempo. La realidad llega y se impone y destruye sin piedad la ilusión. Y a las doce, cenicienta termina otra vez en la sombra de la realidad. Harapienta y sin zapato. Fuerte ¿no?
Hay algo muy enquistado en mi ser que me lleva a disfrutar de montar escenas. Brillar, impactar, enamorar. ¡Cómo me gusta el "¡¡¡Viva la nena!!!" qué grita el mundo cuando le cuento mis éxitos! y, justamente por eso, ¡cómo me cuesta la oscuridad! No soporto cuando estoy palpando la violencia del límite, la tragedia de las cenizas y la frustración de lo normal. Me paso el día vibrando en el encuentro con el otro sin darme cuenta cuanto de escenografía trucha hay alrededor. Les confieso que hay una parte mía que adora a esa hada madrina que viene y en cinco minutos deja todo impecable. ¡Cómo me gustaría que existiera ese mecanismo! ¡¡¡Mi ansiedad estaría tan pero tan feliz con esa posibilidad!!!! Todo YA cuando Yo quiero. Y solo así conquisto. Mmmm ¿muchos problemitas dicen? Creo que sí. Mi lado más neurótico aflora con toda su fuerza cuando empiezo a asustarme de la soledad. No soy suficiente para el otro así como soy.. Por eso, necesito el hechizo. No es fácil enamorarse de mí, así que necesito el disfraz. Si me conocen como soy, huyen. (¿Como hizo el Sr. X decís vos?)
Ayyyyyy ¡¡Que ganas de que nadie descubra mi ceniza y todos se crean que la carroza en la que vine es mía!!!!!! (de paso, yo cuento que me la gané gracias a mi esfuerzo porque soy requete trabajadora y ultra estudiosa y todo, todo, todo lo conseguí con sacrificio, sudor y lagrimas.) Que ganas de estar ahí, divina y con un vestido espectacular, sintiéndome tan pero tan linda. Que ganas de tener un hada madrina.
Que ganas de escaparme, aunque sea por una noche, de la realidad de mis sombras.


¿Psicóloga con cama adentro les parece?

3 comentarios:

  1. me encanto el analisis de "claricienta", por favor haceme uno de "iou" porque te juro que se me complica, jaaaa

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  2. mmmm iou querida entra la bruja y la psicologa algunas inferencias de ese sobrenombre tan particular ya hemos hecho o no?????

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  3. Dicen los sabios que el nombre que uno tiene es por un muerto considerado bueno. Es el reconocimiento social a alguien que hizo algo considerado valioso, no nos toca elegirlo, como tampoco imitar su destino (o su significado literal, tal como referías a propósito de Victoria, Soledad, etc.)
    Pasa distinto con los apodos, que las más de las veces tampoco nos toca elegir, pero que refleja algo que somos, no sólo lo que aparentamos.
    Cenicienta es Cenicienta más allá del vestido de seda, de la calabaza-carroza, de los ratones-corceles. La ilusión dura hasta la medianoche, pero el príncipe la busca después y cuando la encuentra no la rechaza por estar sucia y desprolija...
    En el mejor de los casos el hechizo resalta lo que sos. ¿Acaso Cenicienta no tenía ya más "clase", "personalidad", "modos sociales" (o como gustes llamarlo) que sus hermanastra y el resto de las mujeres del pueblo?
    Ni en pedo necesitas el hechizo, eso cambia la apariencia, la forma; pero la sustancia permanece y trasciende.
    Cada mujer es fantástica siendo como es, estoy convencido que no sos la excepción...

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