Después de tres semanas en Austin, Texas, tengo un par de cosas para
decir que describen las primeras impresiones de esta nueva vida...
Básicamente, se sintetizan en la total certeza de que es rarísima la
idiosincrasia americana y en que no puedo pasar un día sin sorprenderme con
algo. Pero como todos saben, me aburre lo que "básicamente es sintético" asi que
me permito explayarme un poco más.
Ja.
Me habían dicho que hacía calor. Yo había controlado el pronóstico y
había confirmado lo mismo. Había puesto polleritas, shorts y biquinis. Y, sin
embargo, nunca imaginé el calor que hace acá.
No la vi venir.
Salgo a la calle y me aaaaaaaaaaaaagobio. Y después entró a un edificio
y me congelo. Pero, aunque cueste creerlo, eso no es lo que más me llama la
atención. Hay una serie de temitas a desarrollar…
Primero y principal: Es una locura estar viviendo en un lugar distinto
al propio. Yo siento que estoy en una película todo el día. Estoy divertida y sorprendida por las hondas
diferencias entre mi país y esta ciudad tejana. Para empezar, todo es…gigante. Acá
hay dos dichos que ya he comprobado como ciertos: “Everything is bigger in Texas” y “Let´s get Austin weired”. El referido al tamaño creo que debe
extenderse a todo Estados Unidos. Aca todo es enorme. Los vasos, las
hamburguesas, el estadio de futbol, la universidad, las camionetas. Todo es
e-nor-me. Todo es excesivamente…. Grande. Ir al supermercado es una experiencia
dramática para alguien como yo que, por indecisa y por ratona, compró todo en
envases chiquititos para no despilfarrar. Acá los envases de shampoo o de leche
son gigantes. ¿Ostentosidad o simplemente consumismo exacerbado? No lo sé, no
lo tengo resuelto todavía. Por otro lado, en relación a la locura de Austin
confieso que, más allá de haber cumplido con el ritual de ir a las 8 de la
noche arriba de un puente, junto con otros cientos de personas, a ver como
salían volando desde abajo una bandada de murciélagos (tantos, tantos, tantos
que se armaba como un chorro negro desde abajo del puente hasta el horizonte);
todavía no pude ser testigo de lo que implique get weird aca. Lo que sí sucedió es que quedé sorprendida con
escenarios que ellos consideran normales. Oh, sí.
Por ejemplo, me sorprende cruzarme con casas enormes que tienen letras
griegas en las paredes. Son las casas de las sororities yankees tan típicas de las películas sobre la
universidad americana. Las chicas pagan fortunas para pertenecer y se pasan el
año haciendo eventos y fiestas sociales. Pagan incluso más para poder vivir en
la casa porque solo las privilegiadas pueden hacerlo. Son todas rubias y todas
se visten exactamente igual. Y hablan igual. Y saltan y bailan igual. Hay como
una mimetización colectiva como nunca eh visto. Esta mimetización no se da únicamente
en el centro de las sororities sino
en la ciudad entera. Los estadounidenses serán individualistas y todo lo que
quieran pero yo no vi un “copy paste” igual. Es una consecuencia directa del
fanatismo por su país, su estado, su ciudad, su equipo de futbol americano. Toda
la ciudad esta tapizada de el mismo logo (los cuernos que son el emblema de los
Longhorns, el equipo local) y del mismo color naranja. Todos se visten con ese
color naranja. Ellas y ellos. Naranja y
blanco es casi la única combinación valida. ¿Entienden lo que es ir caminando y
ver a tooooodos los que están en la calle vestidos con los mismos colores?! Es
una locura. Tan pero tan loco como el hecho de que todas las chicas usen botas
texanas con este calor de locos. Mini vestido blanco…y botas. Me desespera
porque me dan ganas de gritarles que existen las sandalias para el verano pero
bue.. después me acuerdo que yo en invierno uso minifalda y logro contener el
grito. En caso de que hubiera un evento específico la cosa cambia. Por ejemplo
un día empecé a ver chicas con LBD: “Little, Black Dress”. Después de haberme
cruzado miles me enteré que esa era la noche de bienvenida de las sororities. Otro día me crucé a todas
con vestidos de colores de gasa. A la tarde las ves a todas vestidas con el
mismo short chiquito y la misma remera gigante para hacer deporte. Es ridículamente
gracioso. Y si vez gente que usa algo distinto, un equipo que tiene él y nadie
más…es porque es extranjero seguramente. Je.
En fin, es una locura. Pero me tiene divertida. Se entiende que estoy
ubicada en plena zona universitaria porque estoy a 3 cuadras de UT, en un
barrio en donde son todos edificios para estudiantes. Creo que si me pongo a
contar la cantidad de niños que vi desde que llegue a Texas, me sobran los
dedos de la mano. Es un área repleta de universitarios así que los negocios de
mi zona son locales de comida chatarra, de jugos o licuados, de ropa y el
negocio de la facultad: en donde se vende todo el merchandazing del equipo de
futbol.
Cómo buena niña sobreadaptada yo estoy cumpliendo con tooooodos los
pasos del deber ser: ya me compré una mochila con el logo de los longhorns; ya
fui a comer pizza con pepperoni y carne picada (yeah baby) y fui a escuchar una
banda de música country a una especie de de “salón” en donde la gente usaba
sombrero cowboy, botas texanas, shorts cortitos y bailaba en círculos alrededor
de una pista. Mucho café para llevar, mucho sandwitch de subway, mucha comida
rápida y sobre todo mucho esfuerzo para poder saludar a la gente con la mano. (Mmm..ese
es otro detalle importante.. creo que acá van a considerarme una especie de
abusadora sexual porque yo encaro al cachete para saludar con beso y resulta
que me encuentro con una cara de espanto que me desanima un poco. Tengo que
hacer un esfuerzo de concentración gigante para darle la mano a alguien que
tiene mi edad y me esta charlando en una fiesta..!)
En fin. Sigo.
El segundo tema tiene que ver simplemente con la nueva experiencia de
vivir con gente que uno no conoce. “The Cameron House” es un edificio de 5
pisos en donde cada piso hay aproximadamente 20 departamentos para 6 personas.
Todos llenos de estudiantes universitarios. Mi grupo de amigos se conforma
básicamente por mi compañera de departamento Araceli, la española y los chicos
del 212. En ese departamento esta Juan, (el español de Valencia que vino con
Araceli), M. (el argentino de la UBA) y 4 italianos de 20 años que lo
único que piensan es en salir de fiesta. Nos vamos avisando si hay programas
para hacer y de vez en cuando nosotras bajamos con nuestros platos llenos,
vasos y cubiertos para comer con ellos. A ese colectivo de gente amigable se le
suma las chicas con las que vivimos en mi departamento. Somos Araceli y yo y
otras tres. La que más me importa destacar es mi compañera de cuarto. Cuando
nos pusieron en contacto me dijeron que era británica.
Bueno… resultó que no.
Se llama Claudia y es de Rumania, específicamente de Bucarest. (Confieso
que me dio papelón no tener idea sobre donde corno quedaba eso…!!) Por suerte
es muy amable. Es super estudiosa y como esta hasta las manos con sus entregas
se la pasa con su computadora trabajando. Hasta ahí todo bien. El temilla
señoras y señores es que vivir con alguien que uno no conoce no es tan sencillo
como parece. ¿Tengo que tocar la puerta antes de entrar al cuarto? ¿Y puedo
estar en bombacha y corpiño o me tengo que cambiar? Y si a las 10 de la noche
llego al departamento y ella ya está dormida.. ¿vale prender la luz o tengo que
buscar mi piyama a oscuras? Son todos dilemas existenciales…! De a poco los
vamos resolviendo.. a veces porque le pregunto y a veces porque imito lo que
ella hace. Además, hace una semana llegaron las otras dos americanas con las
que vivimos. Creo que también tienen menos de 20…creo porque ellas se ocuparon
de “llamarse a silencio” y aislarse. No son muy sociables que digamos y se la
pasan encerradas en el cuarto o con la compu y los auriculares. Con Araceli
estamos viendo como logramos una reunión entre las 5 para ordenar pautas
comunes: ¿Quién saca la basura? ¿Quién limpia el piso? ¿Quién paga los
productos de limpieza comunes? Etc. Todavía no lo logramos.. ya vamos a ver qué
vuelta le damos. Por ahora, esta semana primaron los comentarios quejosos de todas
porque me pase estos días escuchando como una se quejaba de que no tenía lugar
en la heladera, de que la otra no había lavado lo que usó para cocinar, la otra
se quejaba de que había vasos y platos sucios en el living y la ultima de que
nadie había sacado la basura…yo también de alguna cosiña me habré quejado pero
creo que soy la más relajada de todas por suerte así que me hago menos mala
sangre. En realidad el único drama que yo tenía surgió recién cuando estábamos todas.
Cuando finalmente estábamos las 5 instaladas me surgió un nuevo
problema: ¿cómo hago para tener un lugar para mí cuando en el
living-comedor-cocina hay alguna cocinando o mirando tele y por el otro lado
estaba Claudia instalada en su cama usando la computadora? Hubo un domingo en
donde casi colapso de la claustrofobia que me generó no tener un espacio
propio. Sobre todo acostumbrada a una casa enorme o a vivir en mi departamento
sola durante 6 meses. Era una tortura imaginarme los próximos 4 meses
compartiendo siempre el espacio con alguien. Siempre. Y Claudia realmente se
pasaba los días en la cama trabajando desde ahí. Bueno, por suerte en un acto
de iluminación divina descubrí que quedaba un espacio libre: mi baño.
Aja. Cada cuarto tiene su baño en suite. Así que si Claudia se apropia
del cuarto…yo me apropie del baño. Me permito darme baños de inmersión eternos
(a lo que mi amiga española se escandaliza!) y me instalo a usar skype en el
baño cuando el cuarto esta poblado. A su vez empezó a pasar que Claudia tiene
que irse a clases así que por momentos me queda el cuarto para mi sola.
Finalmente logramos equilibrar también el uso del cuarto y ahora puede pasar
que estemos las dos trabajando/leyendo al mismo tiempo cada una con sus
auriculares o las dos en el living-comedor. Todo genial, por suerte
Y el último gran tema es mi universidad. Que es, básicamente, el motivo
de mi viaje. Mi segunda semana en Austin
fue la de adaptación. Consistió en ir todos los días a clase desde las 9 de la
mañana hasta las 4 de la tarde, una rutina que no tenía desde que yo iba al
secundario. Agotadora. Nos pasamos la semana con charlas de introducción al derecho americano, introducción a la investigación, introducción a la escritura, introducción al common law. Un poco útil, un poco aburrido. Hubo que hacer trabajos y empezar a recordar cómo era eso de leer en
ingles. ¡Durísimo! Fue bueno porque conocimos a un argentino más y porque empecé
a aceitar conocimientos que después van a ser fundamentales (me refiero a esto
de volver a leer en ingles por ejemplo…!)
La semana terminó con la elección de
las materias en las que nos íbamos a registrar. Después de muchas vueltas elegí
mis 4 materias. El viernes 24 nos anotábamos sabiendo que ese mismo día nos
avisaban si habíamos logrado entrar a la clase. El tema es que los locales, los
alumnos regulares, se inscribieron el semestre pasado. Esto trae dos
consecuencias: por un lado, puede pasar que la clase que yo elija este completa.
Por el otro, sucede que los profesores ya han subido a la página de la facultad
cual es el material para la cursada. Los alumnos tienen tiempo de preparar la
lectura para la primera clase. Cosa que no me sucedió a mí. El viernes a la tarde
recibí la fantástica noticia de que había logrado inscribirme a las materias
que yo había elegido. Lo que significaba que ya tenía pilas de textos para
leer. Un drama!!! Por lo pronto, leer una novela entera para el martes al mediodía
y hacer un comentario suficientemente inteligente como para subirlo al foro de
discusión en la página de la facultad. Además conseguir un artículo de una
revista y hacer un comentario sobre esto. Resulta que la universidad utiliza en
su página web una especie de portal académico en donde cada alumno puede
acceder a la carpeta de cada clase en la que se anoto. En esa carpeta los
profesores suben el material que hay que ir leyendo y además habilitan un foro
de discusión. El objetivo es que los alumnos tengan un
comentario/reacción/opinión sobre los textos y que todos puedan leer esos
comentarios y a partir de los mismos se genere el debate en clase.
No tienen idea el fin de semana de locos que pasé. Por suerte mi candidato-no-novio desde Buenos Aires me hizo el aguante y mamá me mandaba a relajarla. Ponerme a
leer la novela de Hemingway agotada después de una semana de clases de
adaptación no fue un plan muy divertido. Me pase los 3 días leyendo y, después
de un par de ataques de llanto… finalmente, lo logré.
Cumplí con la consigna. Iiiiuuuupppiiiiii.
La novela era genial pero tuve que pasar al castellano después de las
primeras 100 páginas porque mi lectura era muy lenta en ingles. Finalmente, el
martes a las 3 de la tarde había logrado terminar con todas las tareas. Misión
cumplida! Eso me permitió ir al gimnasio un ratito, pegarme una ducha y llegar
(tarde) a la inauguración del año lectivo en UT. Nuevamente, la mimetización a
la máxima potencia. Habían armado una especie de escenario en el edificio
principal. La plaza central de la universidad, justo enfrente del Main Building, estaba repleta de sillas
y miles de estudiantes estaban ubicados por facultad. Cada uno con una remera
que lo identificaba. Hubo discursos, videos, bailes y hasta ponernos de pie
para jurar que íbamos a respetar el código de honor de UT. El lema de la
universidad es que “lo que empieza en UT, puede cambiar el mundo”. Todos los
discursos eran un llamado a conmovernos de emoción porque estábamos por empezar
a vivir la mejor etapa de nuestra vida en la mejor universidad para hacerlo. El
clima de festejo y emoción eran ridículamente exagerados… pero un poquito me
emocionaron. Nos dijeron que estamos llamados a cambiar el mundo, que tenemos
los recursos disponibles, que “si queremos, podemos”. El éxito de nuestra misión
depende de nosotros y de nuestros valores.
Y bue, soy sensiblona.
El show terminó con una super banda y con cantos y juego de luces. Muy
show. Muy ridículamente distinto a un acto académico en la UBA. Los contrastes
son tan extremos que me dan risa.
El miércoles 29 empezaron las clases. Se largó el desafío.
Me fue muy bien con las clases de ese día: “Derecho internacional de los
DDHH” y el grupo de lectura “Guerra, Trauma y Ley”. Señores y señoras, volví a
sentir que superaba la prueba, aunque llegue tarde a las dos clases porque me
perdí en la facultad y en las dos me costó un poco esto de hablar en ingles.
El jueves tuve la tercera materia: Violencia Domestica y Ley.
Entonces todo se complicó un poco. Me dio más miedo, hay mucho que leer
para esa clase y yo llegue sin haber leído nada porque no había conseguido el
libro, había mucha referencia a la ley local y al proceso judicial americano y
me costó entender y para colmo de males en clase se presentó una víctima de
violencia domestica a darnos su testimonio. Fue imposible mantener la
compostura. Un papelón. Lagrimas a borbotones y la frustración de tener que
cuestionarme si yo era demasiado sensible para esta profesión. Skype urgente a
Buenos Aires para escuchar que no tengo que adelantarme, que tengo que volver
al presente y darme cuenta que puedo y que así como el miércoles me había ido
genial estaba bien si el jueves me costaba un poco más. Respiré hondo. Volví a
casa cansada pero mucho más tranquila. Me gustan las materias en las que estoy,
tengo docentes que me encantaron, ya tengo un par de amigos en las clases y me
entusiasma todo lo que se viene.
Se largó el cuatrimestre. Se terminó la adaptación.
Ya tengo las materias, los cronogramas y casi todo el material. Me falta
un libro nomas pero estoy en la carrera.
Ahora solo queda aflojar un poco con el drama y la exigencia académica y
creerme que desde ahora, todo es extra. Más conocimiento, más desafío, más
estimulo.
Solo me queda confiar en que LA clave es disfrutar el “durante”.
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