Es difícil empezar este post sin caer en el lugar típico de imagen
triste que tanto representa a mi blog.
De verdad, estoy intentando buscar una
alternativa que este a la altura de las circunstancias. Lo juro. Pero, visto y
considerando que estoy en piyama a las 9 de la noche y por 6to viernes
consecutivo el plan es descontrolarla con un DVD no puedo salir del clishé. Me
siento Bridget Jones en su máximo esplendor.
Mientras mi ex novio -de cinco años- se está casando con su tercer novia
(la que coronó casi 13 años de vida en pareja seguidos sin consideramos que
estuvo 4 años con una, 5 años conmigo y ahora 3 años y medio con esta última) mi
depto está inundado por música en ingles bien depre, estoy usando el buzo de
egresadas de 5to año, tengo el pelo sucio porque no me ducho desde el miércoles
a la noche y mi menú va a ser 2 patys con queso y dos huevos "al microondas" porque todavía no aprendí a hacer huevos fritos.
Ya escuche cientociencuentamillonesdeveces que no esta bueno
dejar que el “personaje me coma” y salir del lugar de siempre pero, sean
sinceros:
¿Quién se anima a buscarle una alternativa a mi
autodeclaración de fracasada total?
…..
Aja. Me imaginé.
Absolutamente nadie. Es así.
Y lo más grave de esta situación es que la noche de hoy no
es lo terrible. El casamiento de mi ex es un detalle minúsculo en el universo
de dramas que tengo enquistados en mi cabeza.
Lo grave es otra cosa.
El drama real es que tengo dos problemones. Tremendos
problemas.
Primero: Estoy paralizada.
Segundo: lo único que no es afectado por mi parálisis… es mi
capacidad de llanto.
Desde hace un par de meses siento como si me hubiera comprometido con todo mi ser a ganar
el juego de las estatuas. ¿Se acuerdan? Ese en donde ponían música y uno
bailaba hasta que ¡Zaz! Alguién ponía pausa y durante el eeeeeeeeeeeeterno rato
de silencio todos teníamos que permanecer congelados mientras alguien nos revisaba con una exigencia maligna a ver si en un ataque de risa nos movíamos un milímetro. (dato de color: La falta de equilibrio siempre fue mi peor enemigo en este juego, no hace falta ni aclararlo, ¿no es cierto?). La cosa es que sin que nadie hubiera podido preverlo, ahora parece que aprendí los trucos para vivir en pausa y me volví una experta. Más allá de que hace varios sábados que no cumplo con mi tarea de limpieza de la casa; que no hago mi cama desde hace tres semanas y que no logro concretar mi lista de llamados pendientes, hay cosas que son tremendamente más complicadas por esta "etapa pausa" en la que estoy.
Y eso ya no es tan gracioso.
El viaje a Estados Unidos.. en pausa. No tengo el pasaje todavía. No tengo visa. No tengo casa. No tengo las vacunas que me piden. No tengo nada.
El trabajo: bueno, resulta que tengo que presentar una nota informando hasta que día voy a trabajar así ya empiezan a buscar a otra persona para mi puesto. El proceso de selección es largo y es necesario capacitar a la persona así sería bueno que no me demore mucho. Van
15 días de "no-demorarme-mucho". Ja.
La facultad: básicamente tenía dos materias para rendir. Sentarme a estudiar y estar concentrada es más difícil que lograr bajar los 3 kg de más que están por quedarse a vivir conmigo eternamente de tanto encariñarse con mi cintura. Ufff... tengo una especie de presagio: Claricienta va a ser una-gordita-con-curvas-eterna-estudiante-por-los-siglos-de-los-siglos. Amén. La primer materia la abandone. En vez de ponerme a repasar aunque sea las nociones básicas que me quedaban de la clase o de los pocos textos que resumí decidí que durante mi día de estudio me iba a ir a salvar al mundo hablando con defensoras oficiales de mis casos del caref y que la tarde antes del parcial iba a priorizar comer pizza fría adentro de un auto estacionado en pleno san isidro con uno de mis compañeritos zurdos del juzgado. Ahora resulta que somos amigos (y ya superamos la etapa "no te llevo, anda en tren") así que aprovechar para filosofar, debatir, cuestionar y reirnos un rato es un gran programa. Sobretodo, mucho mejor programa que memorizar principios y definiciones. O no? Ahora queda la última materia. Ya no hay más excusas. Y, sin embargo, -paradoja mediante- encuentro excusas para hacer de todo menos estudiarla.
La pasantía en la ONU: bue...No esta funcionando eso.
La terapia que empece hace 15 días: Ok, eso tampoco funciona. Fui una sola vez y no logré volver a sacar turno.
La dieta? Imposible.
El plan de sacar turno con todos los médicos para estar sana: tampoco.
El práctico y las miles de fichas y planillas para hacer: neither.
No hago nada. No tengo idea a donde fue a parar mi tendencia al exceso de actividades. Lo perdí tal como extravié la tarjeta de débito nueva en el banco el lunes pasado después de sacar plata por primera vez (sip. Parece que soy medio boluda además de todo). Actualmente, no me sale el hacer.
Salvo... el llorar. Esa es la única actividad que concreto cotidianamente.
Hoy reitero más que nunca que si me hubieran pagado por lágrimas
derramadas a esta altura del 2012 yo sería multimillonaria. Bill Gates, un poroto
al lado mío. Estoy con una hipersensibilidad potenciada como nunca antes. Basta
con que alguien me pregunte un simple y estúpido -“¿cómo estás?”- para que yo
rompa en llanto y empiece a balbucear.
Mi pobre interlocutor automáticamente quiere pegarse un tiro en la
rodilla (¿?) arrepentido por haber sido el causante de semejante canilla. Y yo me doy cuenta de que el pobre cristiano quería preguntar de buena onda
nomas y ahora no sabe dónde meterse pero no puedo hacer nada para evitar el papelón.
Es así que este afán de hidratar al
universo me llevo a que esta semana, y solamente esta semana, llorara mínimo 2
veces por día.
Una, yo sola. Viajando en tren, en el bondi, caminando, antes de
irme a dormir ooooo el clásico: en la ducha.
La segunda, con alguno de estos
interlocutores
El viernes con mi profesor-de-ingles-ahora-nuevo-psicólogo.
Y sí.. tuve que volver a recurrir a la terapia. Creí que era un tema que este
año no iba a tener en la agenda pero me sobrepaso el mes y lance señales de
humo para que algún alma compasiva se hiciera cargo de esta parálisis. Y mi
querido Will hizo lo que pudo pero no se cuanto funcionó...
El sábado con mis amigas. Mi amiga Joey O. decidió homenajear la amistad con un típico programa de mujeres sanisidrenses: juntarnos a tomar el te. Te que nunca llega sino que se reemplaza por coca cola (preferentemente "coca gorda" por mi necesidad de azúcar en épocas de angustia), mucho feca y lattes, mucha medialuna con dulce de leche, sandwitchitos y papas fritas. A la pobre que se le ocurrió preguntarme cómo estaba le pasó de recibir como respuesta un pucherito y ojos llenos de lagrimas.
El finde terminó con una Claricienta ofendida con su mamá por un nuevo reclamo de exigencia y una catarata de llanto el domingo con mi padrino en pleno cumpleaños familiar.
Empece la semana con la propuesta de canalizar mi angustia para evitar desbordes: energía positiva y sanseacabó.
...No funcionó tampoco.
El lunes con mis amigas del práctico, feca y medialunas mediante, hice catarsis otra vez.
El
martes con mi tía por teléfono justo antes de meterme en una bañadera de agua caliente a ver una película rosa de esas que después me dejan llorando pero porque quiero un novio. (A esta altura ese llanto ya no me asusta ni me complica así que no me parece que entra en la misma categoría. El llanto por película hollywoodense esta totalmente convalidado.Que conste.-).
El miércoles volví a llorar frente a la simple pregunta de -"y vos, ¿Cómo estas negra?"- con mi otro compañerito zurdo de juzgado en
una plaza mientras filosofábamos de la vida haciendo tiempo. Mi amigo esta por primera vez intentando concientizar qué en su vida hoy no esta"todo bien" (y, de esta manera, cambiar lo que fue su única respuesta durante años frente a la pregunta ¿cómo va todo?), qué esta bueno no ser siempre el que escucha sino también el que se desahoga y qué hoy necesita destrabar muchos temas que tiene enredados en la cabeza. Frente a ese escenario, ¿qué hace Claricienta...? ¡¡Se ocupa de monopolizar la conversación hablando de tooooooodooooo lo que la angustia a ella!!! ¿Se dan cuenta? Empatía, menos diez. Tremendo. Un horror. Lo pienso y me quiero morir muerta.
El jueves fue el súmmum porque explote con mi papá al
mediodía, con mi profesor del práctico a la tarde y después con mis amiga de la
cátedra de internacional público, picada y cerveza de por medio.
Y hoy viernes, hice un esfuerzo terrible para no volver a llorar
enfrente de mi otro compañerito de trabajo al mediodía y simplemente lloro sola en casa. Supongo que lo puedo ver como un primer triunfo en la lucha contra las lagrimas, ¿o no?
En suma, tengo que empezar a concretar esos triunfos, aunque sean pequeños.
Por que esta parálisis empieza afectar no solo a la mente sino al cuerpo. Ya hablamos de los 3kg inquilinos que tengo usurpando mi cuerpo. Me falta hablar del tema más jodido de todos. En donde realmente no queda espacio para el chiste.
La tragedia superlativa.
El drama supremo.
La calamidad máxima.
El hecho de que estar tan pero tan en pausa llevó a que... no garcho desde hace 4 meses.
Y, obviamente, me dan ganas de llorar de solo pensarlo.